El día de hoy, y siguiendo el especial del mes de los papás les comparto la reflexión de Alex Karuna, PhD.
Con un Doctorado en Filosofía Teológica y Terapeuta transpersonal, columnista y conferencista nos comparte esta reflexión que ha tenido la oportunidad de experimentar en carne propia desde que es papá. ¡Muchas felicidades!
El rol que los hombres desempeñan con relación a su pareja e hijos ha estado sujeta a un proceso de evolución de la conciencia tanto individual como colectiva. Dicho proceso es inevitable pero, desafortunadamente, puede ser ignorado por miedo a una transformación de patrones personales y sociales del pasado. Por ejemplo, una de las características fundamentales de las sociedades patriarcales de la época agraria es la visión del rol del padre de familia como aquél que está limitado a proveer protección. Es la visión clásica en donde se clasifica al hombre como sujeto a dos impulsos primordiales: fornicar y matar.
Papá cavernícola = Protección
(Reproducción y alimentación)
En la paternidad, estos dos impulsos se van ‘domesticando’ al servicio de la familia y constituye la misión primordial que la sociedad sanciona como lo que ‘debe hacer un hombre’. Sin embargo, la sociedad agraria ya es parte del pasado de la humanidad. Ésta ha podido trascenderla y experimentar una sociedad industrial y ahora informática…el problema es que muchos hombres y mujeres no lo saben.
Se sigue juzgando un buen padre como el que puede disciplinar a través de los castigos, golpes, palabras duras o, en una palabra, control a través del miedo. La figura poderosa del padre instigador, justiciero y todopoderoso incluso se ha reafirmado en una religiosidad infantil que educa en este rol. Amenazas por parte de la madre tales como “ya que venga tu papá vas a ver…”, “le voy a decir a tu papá”, “a ver si sigues riéndote cuando venga tu padre”, se combinan con una necesidad cultural basada en la imagen clásica del padre de familia que llega cansado y fastidiado por ‘ganarse el pan para su familia partiéndose el lomo’ que todavía tiene que soportar la vida familiar en donde lo único que tiene que hacer es hacer efectivas las amenazas de la madre.
Papa macho = Respeto y temor
Patriarca dueño de la familia “perfecta”
Ese rol del ‘papá macho’ que tiene el domingo para presentar en sociedad su “familia perfecta” –que consiste en esconder toda aflicción y en donde poco importa la felicidad verdadera basada en el respeto, cuidado y amor—ya no es compatible con la nueva realidad. Ese papá ya no le sirve a las nuevas generaciones no porque se malo, sino porque simplemente es anacrónico.
La paternidad en el siglo XXI necesita papás comprometidos con el desarrollo integral de sus hijos y de la familia en su totalidad. No quiere decir renunciar a la disciplina sino implementarla con amor y no con miedo: es ser respetado y no temido. Hay 7 principios y sus respectivas claves idóneos para la paternidad consciente en el Siglo XXI.
Papá siglo XXI
- Una característica de la energía masculina ‘yang’ es la fuerza. Esta energía que, al igual que la femenina ‘yin’ está presente tanto en hombres como mujeres y en el caso del papá es importante que la encauce de forma útil.
- tu hijo no responde como quieres;
- es mantenerte en pie con fuerza y amor en cada madrugada que el bebé llora y busca consuelo;
- es saberte tan bendecido por ser padre que disfrutas salir con tu hijo,
- estar al pendiente las necesidades de sus hijas;
- es nunca desistir en dar un consejo amoroso aunque en la adolescencia sus hijos no quieran escucharlo.
- La clave es estar PRESENTE en la vida de los hijos.
- Fomenta la creatividad no el condicionamiento.Es ayudar a crear calma en situaciones no previstas:
- La educación en los roles empieza desde la familia, dando pie al condicionamiento de los hijos. El papá consciente trasciende todo condicionamiento de roles, fomenta la creatividad en sus hijos y se permita soltar las limitaciones heredadas de la sociedad en la que vive para actuar con amor.
- saber cómo cambiar el pañal en un baño en donde no hay cambiador de bebés…por clásico “los hombre no hacen eso”
- es estar en paz cuando de camino a la casa hay exceso de tráfico y nuestro hijo se fastidia y llora. La clave es crear CALMA.
- Así nuestros hijos observan que no hay condicionamientos rígidos en el cómo reaccionar ante una situación, sino que existe un espacio agradable de creatividad para mantenerse alerta sin tensión en cada momento.