El yoga es un concepto fácil y a la vez complicado de definir. Por su raíz en sánscrito yug significa atar, unir o juntar. Por lo que la unión es el denominador común de este concepto. La Unión contigo mismo, así como la unión con los demás y lo demás, incluida la unidad con el Ser Supremo. Al respecto Varen hace un símil de la utilidad del yoga, con una carroza, para poner control sobre nuestros órganos sensoriales y nuestra mente.
“el cuerpo es un carro tirado por una yunta de caballos reacios (los órganos de percepción y acción), el cochero es el pensamiento (la mente). El alma (atman) es el pasajero del vehículo, destinado, a pesar suyo, a los infortunios de un periplo (vida mundana) que jamás ha querido realizar. El trabajo corporal propuesto por las múltiples ascesis yóguicas debe, en principio permitir que el cochero (el pensamiento) compruebe en vivo la situación incómoda de su pasajero (el alma), y contribuir a frenar y luego a dominar la carrera desenfrenada del vehículo (el cuerpo y los sentidos). Esta detención del carro (que corresponde exactamente al dominio de los sentidos y los pensamientos indisciplinados) debe luego ofrecer naturalmente al alma aprisionada la posibilidad de abandonar ese modo opresivo de locomoción para unirse con Dios o con el universal Brahaman”.
Con esta imagen esta imagen de la carroza se nos muestra Yoga como un camino para la superación y trascendencia. Por si parte el control de los caballos, es el control de la parte material; y para ello debemos ser conscientes de todo lo que percibimos con el tacto, el gusto, el olfato, la vista, y el oído. Esto es la realidad modificable que percibe la mente, o citta.
Yoga nos pide como un primer poner al servicio de nuestra mente lo que nuestros sentidos; el segundo es poner al servicio del desarrollo espiritual el cuerpo por medio de posturas, la respiración correcta y la ética. Mientras que el tercer paso es poner la mente, citta, al servicio del espíritu, por medio de la meditación.
Yoga ayuda a tomar las riendas de los caballos, de las emociones y las percepciones; y poner freno cuando es necesario, cuando vamos en una carrera guiada únicamente por lo material. Cuando la mente, que es el cochero sigue los impulsos de los caballos es momento de detenernos a escuchar a dónde quiere ir el pasajero, o la esencia. Escuchar esta esencia es una tarea complicada y para ello sirve la meditación.
Cuando entramos en contacto con el pasajero nos damos la oportunidad de escuchar la esencia de nosotros mismos, de entrar en contacto con nuestra parte divina, la realidad inalterable, conocida en sanscrito como purusha.
Por eso Yoga nos brinda grandes beneficios, el principal es una forma de reencontrarnos con lo más profundo de nuestro ser.
Te invitamos a practicar yoga en el Instituto Karuna de San Luis Potosí.